HACIA UNA DEFINICION DEL NACIONAL-PARDILLISMO. ANALISIS PSICOPATOLOGICO DE UNA TENDENCIA INSOPORTABLE
¿POR QUÉ HAY NACIONAL-PARDILLISTAS? PORQUE HAY JEFES DESAPRENSIVOS
Existe una gran diferencia entre el jefe político que fracasa en su tarea de conducción política –de humanos es equivocarse- y el jefe desaprensivo que fracasa porque existe un abismo entre sus capacidad reales de mando político y la percepción mesiánica que tiene sobre sí mismo.
Habitualmente este tipo de jefes son frustrados y fracasados, personalidades problemáticas, habitualmente sin salida, acomplejados que subliman sus carencias asumiendo un papel mesiánico y redentor.
Es frecuente que tengan algún tipo de complejo de culpabilidad o de algún problema que arrastran desde su infancia y que intentan compensar encontrando a alguien más culpable que ellos: por ejemplo, alguien educado en la idea del pecado y de la sexualidad pecaminosa, al no poder huir de la sexualidad –ese instinto que nos acompaña siempre- y, por tanto, caer en el pecado, suele fijarse en alguien “más culpable” que él: los fascistas, los comunistas, los judíos, o simplemente, los disidentes de su propio partido. Allí donde existen posiciones “anti” furibundas, ¡cuidado! Allí hay alguien intentando sublimar su complejo de culpabilidad.
De todas formas esto no es condenable en sí mismo, todos somos en mayor o menor medida neuróticos, pero solo unos pocos son peligrosos para otros. Esos son los que hemos llamado “jefes desaprensivos”. Si los nacional-pardillistas suelen ser navegantes con poca experiencia y un alto margen de despiste, los jefes desaprensivos son los armadores de sus navegaciones, quienes les inducen a meterse en los líos más increíbles y quienes se las arreglan para que den la cara por ellos.
CUALES SON LOS RASGOS DEL JEFE DESAPRENSIVO
Hay una larga lista no exhaustiva. Destacaremos algunos de los rasgos más enfermizos:
1) Tienen tendencia al mesianismo: ellos son los elegidos, ellos han llegado para salvar una organización, un ambiente político o un país entero (el jefe desaprensivo no se corta un gramo en la misión que se autoatribuye).
2) Tienen una sobrevaloración de su propio ego: es decir, son ególatras. Entendemos que un premio Nóbel pueda sobrevalorar su ego, lo que no conseguimos entender es por qué con tanta frecuencia, individuos más bien mediocres, tienen la misma tendencia, evidenciando un abismo entre sus cualidades reales y la percepción que ellos tienen sobre sí mismos.
3) Hay dos enfermedades psicológicas, muy frecuentes entre ellos:
- La psicopatía.- Es una enfermedad mental que posee entre el 2 y el 5% de los habitantes de los países desarrollados. Sus características son falta de empatía con los demás, explotar a la gente, no darse cuenta de que se hace daño a terceros, egocentrismo extremo y hábitos sexuales excéntricos.
- La paranoia.- Es la manía de sentirse perseguido, observado y obstaculizado por terceros. Todos tenemos adversarios y encontramos problemas en nuestra cotidianeidad, pero solamente los paranoicos atribuyen estas dificultades como inducidas inevitablemente por terceros.
Así como la psicopatía es una enfermedad de carácter genético, la paranoia es una deformación de la mente que puede obedecer a dos factores: consumo de cocaína o bien espontáneamente cuando el sujeto no logra explicar satisfactoriamente para él, porqué la sociedad no reconoce sus cualidades.
4) Todos ellos tienen lo que Freud llamaba “la novela familiar de los neuróticos”
En este tipo de sujetos el papel de la madre fue siempre muy importante, mientras que el padre estuvo ausente en la educación del sujeto o bien era de carácter extremadamente autoritario. En cualquiera de los dos casos, la infancia de los neuróticos, tal como Freud la concibió en su famosa obra “La novela familiar de los neuróticos”, es triste y complicada. Solamente en su adolescencia las represiones de sus primeros años explotan y el sujeto empieza a desarrollar fuera del hogar una personalidad desconocida hasta ese momento por sus padres y que nunca osaría manifestar en el hogar.
Así pues, el sujeto muestra un comportamiento sumiso en el hogar, especialmente hacia su padre, a quien teme, mientras que se aproxima a la imagen materna que considera más accesible. Pero ese comportamiento contrasta con el que sigue fuera del hogar: extremadamente agresivo e incluso violento. Las represiones del hogar las libera en la calle. Es frecuente que, a partir de ese momento, el sujeto se configure como un jefe de banda callejera.
En cualquier caso, a esas alturas el sujeto tiene su personalidad escindida, especialmente si ha recibido una educación aceptable por parte de sus padres. Sabe lo que es el bien y el mal, lo comprende, pero no puede evitar que, al salir a la calle, sus represiones se liberen de forma violenta: actúa agresivamente… y sabe que está mal. Por eso desarrolla en poco tiempo, antes de llegar a la madurez, un complejo de culpabilidad flagrante que precisa sublimar como antes hemos dicho. Si es encontes cuando se introduce en grupos políticos, de ahí surgirá un gran “anti”, extremo, fanático, desmadrado, irracional, obsesivo… y no sólo contra sus adversarios políticos, sino también contra sus propios camaradas.
5) Ahora bien, no se crea que el “jefe desaprensivo” es solamente un enfermo mental, es sobre todo un producto de sí mismo. Todas las personalidades, en el proceso de su formación, han debido soportar múltiples tensiones, pero solamente unos pocos alcanzan el dudoso honor de ser “jefes desaprensivos”.
El jefe desaprensivo está convencido de sirve a una causa, cuando en realidad se sirve a sí mismo, pues no en vano, mandando evita recordar sus problemas interiores y familiares. En realidad, el jefe desaprensivo no tiene causa propiamente dicha. Ahora bien… en su personalidad entran tres componentes diferentes:
- un “idealismo” que esgrime como primer rasgo de su personalidad: él es puro, desinteresado, abnegado y fundamentalmente entregado a su causa. En realidad, la inmensa mayoría de jefes desaprensivos ni siquiera tienen un nivel medio de formación política. Para ellos, en realidad, la “causa” es una excusa con la que buscan la sumisión total de sus subordinados y su endiosamiento.
- un “oportunismo” sin escrúpulos. Habitualmente, este tipo de jefes desaprensivos carece de medios de vida reconocidos y tiende a confundir su destino personal con el de su organización. Eso le permite fácilmente meter mano a la caja del partido, pagar su factura telefónica o la gasolina de su vehículo con los fondos del partido, sufragar sus noches de copeo con cargo a los presupuestos del partido y así sucesivamente.
- una “mitomanía” enfermiza. El individuo se crear una historia personal propia, que no tiene nada que ver con su historia real. Si ha ido a la cárcel por un delito común o poco respetable, terminará explicando –hasta creérselo- que todo ha sido una provocación policial, que alguien le persigue y le intenta hundir y que ha sido víctima de sus enemigos. Este proceso de reconstruccón autobiográfica llega en algunos casos a lo grotesco, pero, por increíble que parezca, siempre existen algunos –los nacional-pardillistas- que se lo creerán sin más.
Y EL MILITANTE NACIONAL-PARDILLISTA ¿CÓMO ES? ¿A QUÉ ASPIRA?
Si no hubiera militantes nacional-pardillistas, los jefes desaprensivos no pasarían de ser meras anécdotas como el loco que se cree Napoleón. El militante nacional-pardillista tiene algunas características comunes que podemos extraer:
1) Es extremadamente joven o extremadamente anciano. Es curioso, pero la incidencia del nacional-pardillismo disminuye con la edad. Hay pocos nacional-pardillistas entre las edades intermedias, la mayoría son extremadamente jóvenes, frecuentemente menores de 20 años; pero también los hay mayores de 60. Da la sensación de que en el declive de la vida, cuando se vuelven a recordar algunos de los ardores juveniles, se reproduce la ingenuidad y la predisposición para que a uno le tomen el pelo. De todas formas, la proporción de nacional-pardillistas es de 9 menores de 20 años, por 1 mayor de 60.
2) Tiene un algo grado de abnegación y espíritu de sacrificio. En este sentido, el nacional-pardillista es un buen activista –no militante, sino activista; el militante es un soldado político; el activista es aquel que se agita permanentemente; no es lo mismo- su problema es que se lanza a la agitación sin pensar en lo que está haciendo, ni a quien está siguiendo. Carece de formación política y, desde luego, no va a ser su “jefe desaprensivo” quien se la facilite.
3) Carece de capacidad crítica. Nunca se le ocurre cuestionar las decisiones de su “jefe desaprensivo”, simplemente las acepta y las cumple sin discurrir si son oportunas o no. Luego, una vez cometido el desaguisado, jamás se pregunta porqué ha hecho el primo o el primate. Ahí está el jefe desaprensivo para explicarlo que es la verdad y la vida.
4) Espabilan cuando ya es demasiado tarde. Desde el punto de vista político, el “nacional-pardillista”, tarde o temprano despierta y empieza a dudar de si lo que está haciendo es lo correcto y si el “jefe desaprensivo” merece ser seguido o no. Hay en ese momento distintas posibilidades:
- la del nacional pardillista que abandona el activismo cuando “despierta”. No se le vuelve a ver por los grupos patrióticos y tendrá todo el resto de su vida para recordar sus hazañas de aquel tiempo o bien para olvidar.
- el que realiza el mismo proceso después de pasar por la cárcel o por la comisaría. Seguir al jefe desaprensivo conlleva ciertos riesgos. Lo más frecuente en algunos casos es terminar en la cárcel. Y en otros en el psiquiátrico.
- el que transforma su frustración por haber militado en una organización política errónea, madura y, finalmente, elige el camino recto y encuentra acomodo en una organización más seria.
5) Somos unos pocos no espabilan jamás. Tampoco hay problema. Se convierten en patéticos servidores del mismo jefe durante años, hasta los 30 o incluso 40, convirtiéndose en la irrisión de los que se han desenganchado antes.
6) Su grado de formación política inicial es bajo o bajísimo. No se alistan en un movimiento político a causa de una reflexión doctrinal o política, sino a causa de un impulso emotivo y sentimental. Esto es normal. En la inmensa mayoría de los casos, alguien se afilia a un partido por mera visceralidad, solo que con el tiempo va educándose política y transformando ese impulso inicial en conciencia política. El “nacional-pardillista”, en cambio, no sigue este proceso. Durante todo el período que dura su militancia, no logra desarrollar su conciencia política y sigue sosteniendo siempre principios políticos y doctrinales primitivos y simplones.
7) Tiene problemas de relaciones sociales. Falta de amigos, falta de empatía con el medio, falta de buenas relaciones con las chicas, en una palabra: son adolescentes con problemas. Apenas hay entre ellos buenos estudiantes o gentes arraigadas en sus medios ambientes. Toda su vida es inadaptación y conflicto, por eso aceptan subordinarse a alguien que está en parecida situación y que, además, tiene “voluntad de poder”.
A NO CONFUNDIR EL “NACIONAL-PARDILLISMO” CON OTRAS CORRIENTES
Sería injusto confundir nacional-pardillismo con otros “ismos”. No es lo mismo ser nacional-pardillista, por ejemplo que nacional-sindicalista. El nacional-sindicalista hace profesión de una fe política demodé, plurifragmentada, sin ninguna posibilidad de revivir y con la mirada puesta permanentemente en obras escritas hace setenta años o en rituales de otros tiempos. Se trata de una corriente completamente diferente en la que como el valor al soldado, se reconocen las buenas intenciones. Solo que en política no basta con buenas intenciones.
El nacional-pardillismo aparece siempre en corrientes marginales, frecuentemente en torno a jefes desprestigiados por sus accesos de violencia, su mal carácter o sus toxicomanías. Están aislados y, dada la personalidad conflictiva de estos “jefes desaprensivos”, muy pocos en el mundillo patriótico acceden a tener contactos con ellos. Son verdaderos focos de problemas sin interrupción. Frecuentemente, venden humo para atraer contactos: ellos tienen detrás cientos de militantes, están contactados con los principales partidos europeos, todos ellos tienen una foto dando la mano a Le Pen –si bien no todos los que han dado la mano a Le Pen entran dentro de esta catalogación, lógicamente- todos ellos logran “primeras páginas” en los informativos…
En realidad, detrás no tienen nada, salvo un puñado de “nacional-pardillistas” y humo, siempre humo, nada más que humo.
¿EXISTE UN PARTIDO NACIONAL-PARDILLISTA EN ESPAÑA?
No, ni puede existir, por su definición, el nacional-pardillismo, cuaja mucho mejor en bandas siempre minoritarias e incapaces de crecer más allá de ciertos límites. Nunca logran tener más de 100 ó 150 militantes en activo, aunque frecuentemente estos círculos son en realidad mucho más pequeños. Ademas hay distintos grados de compriso: el “jefe desaprensivo” no considera que a todos los nacional-pardillistas como pertenecientes al mismo rango. Existe un “círculo íntimo” que, en buena medida comparte algunos de sus secretos y realidades. Son los que llevan más tiempo a su lado y, en muchos casos, no han sabido desengancharse a tiempo, a pesar de ser conscientes de que el “jefe desaprensivo” está como las maracas de Machín. Este tipo de nacional-pardillistas no es inocente, sino también tiene su parte de responsabilidad en los desmanes cometidos por sus jefes.
Cuando en noviembre de 1999, Ynestrillas asaltó el local de DN, contó con la ayuda de media docena de militantes de AUN y particularmente con la complicidad de P.P.Peña que sabía lo que iba a ocurrir… y, aun estando en contra, no hizo nada para impedirlo. Es evidente que Peña era tan culpable como su jefe, si bien éste tenía en su descargo la adicción que le llevó a la cárcel cuatro días después…
Por su dinámica, el nacional-pardillismo solo puede dar lugar a formaciones muy escuálidas, jamás a verdaderos partidos políticos. Puede ocurrir que la presencia de un “jefe desaprensivo” en un partido político, tienda en primer lugar a ir vaciándolo de todos aquellos que cree que puedan hacerle sombra y, dada su alto contenido paranoico, verá conspiraciones allí en donde solo hay meras críticas. Pero, a fuerza de ir vaciando el partido de “disidentes”, finalmente, ese partido, dejará de ser un partido, para convertirse en un mero grupo de adolescentes mal organizados, algo fronterizo con un banda. Tal es el camino que ha seguido DN y que se confirmará en los próximos meses.
¿Qué HACER CON EL NACIONAL-PARDILLISMO?
Es muy sencillo. Simplemente no hay que hacer nada. Solo mantenerlo alejado. La tarea política que el entorno patriótico tiene por delante es demasiado densa como para perder el tiempo en rescatar y convencer uno a uno a los activistas “nacional-pardillistas” de que están haciendo el “primaveras”, el “julia”, o simplemente, el “pringao”. Si no lo ven ellos mismos, ya tienen lo que se merecen: un jefe que aplicará la teoría del limón con ellos, los exprimirá hasta extraer de ellos la última gota y luego arrojará el resto a la basura.
En cuanto a los “jefes desaprensivos”, francamente, ni se les puede pagar un tratamiento psiquiátrico, ni tratamientos de desintoxicación para lo que lo requieran. No hay nada que hacer con ellos, simplemente protegerse de ellos. Lo que no es poco.
Donde ellos estén no estés tú. Donde ellos vayan no vayas tú. Haz lo contrario de lo que ellos hacen. Olvídate de ellos porque a ellos tú no eres más que una cuota o el adulador que precisan. Tu capacidad crítica es como el sol que disuelve las telarañas; con ella te liberarás de los jefes desaprensivos.
6 comentarios
Caracolas -
Siempre estamos con lo mismo, con las historias a lo "Antonio Salas". Coca...
a Caracolas -
Caracolas -
pepelu -
Tractor -
BRAVO por el interes en el area nacional y en estos sobresalientes articulos!!!
Enhorabuena.
anselm -