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Entrevista a E. Milá: (I de IV): FUNDAMENTOS DE UNA POLÍTICA IDENTITARIA

Entrevista a E. Milá: (I de IV): FUNDAMENTOS DE UNA POLÍTICA IDENTITARIA

Del blog de Samuel Azor.- Después del II Congreso de España 2000, hemos aprovechado para entrevistar a Ernesto Milá, elegido como miembro de la Junta Nacional del partido. Milá, como se sabe, ingresó en el mes de enero en el partido y es suficientemente conocido por los más veteranos de nuestro ambiente político. Hemos intentado pasar revista a la evolución personal y política que le ha llevado hasta E2000. Este es un resumen de lo esencial grabado a lo largo de dos horas de entrevista.

Samuel Azor.

I PARTE

LOS FUNDAMENTOS DE UNA POLÍTICA IDENTITARIA

MOVIMIENTO PATRIÓTICO Y MOVIMIENTO ANTI-INMIGRACIÓN

¿Por qué El Caracol da pocas señales de vida?

Es muy simple y ya lo expliqué: ha cumplido su ciclo vital. Un ciclo que empezaba con una crítica a lo existente y terminaba dando alguna alternativa. Se ha logrado lo primero y también se ha formulado lo segundo.

¿Y la alternativa era España 2000…?

No sólo España 2000, pero sí en gran medida España 2000. De todas formas, también se habían apuntado otras soluciones aceptables: Plataforma per Catalunya, Iniciativa Habitable… En El Caracol se ha hablado muy poco, tanto de España 2000 como de estos dos grupos. La razón es muy sencilla, El Caracol ha sido un blog crítico… difícilmente puede haber crítica hacia partidos cuyo enfoque se comparte.

… Sin embargo, estos grupos se parecen muy poco entre sí…

Tienen bastante en común. Es cierto que IH intenta seguir una línea parecida a la del partido del asesinado Pyn Fortune, de la misma forma que E2000 tiene más similitudes con el Front National (en el congreso, el delegado del Front dijo, tras escuchar las ponencias e intercambiar puntos de vista con la dirección que los programas de ambos partidos son idénticos); en cuanto a la PxC es un grupo específicamente catalán. Pero, vale la pena matizar todo esto. Mira, cuando se inicia un proceso de reflexión no está claro hacia a dónde nos va a conducir. Eso fue lo que ocurrió con El Caracol. Hasta la aparición de El Caracol se solía aludir al “movimiento patriótico”…

¿Y la definición no te convencía?

Era excesivamente ambigua. ¿Patriotas? En España hay muchos patriotas además de los partidos que habitualmente son considerados como de extrema-derecha. Hay patriotas en el PP, hay patriotas en el PSOE e incluso en grupos de izquierda radical. El caso de los socialistas vascos que animan a movimientos cívicos antinacionalistas, es elocuente. Y, por lo demás, la marejada de banderas nacionales en la manifestación de protesta por la excarcelación de De Juana Chaos, el 10 de marzo pasado fue demasiado evidente como para seguir pensando que el término “patriota” basta para definir a nuestro ambiente político.

¿Y eso, para ti, es bueno o es malo?

Es bueno por que si en España no hubiera más patriotas que los que figuran en los partidos de extrema-derecha, la posibilidad de persistencia histórica de nuestro país estaría en entredicho. Así que es bueno que haya gente que no dude en salir a la calle con una bandera nacional o en sostener posturas antinacionalistas en los lugares más peligrosos. Es un patriotismo simple, incluso ingenuo, pero eso indica que hay voluntad de que España siga siendo una nación. Ahora bien, desde el punto de vista de nuestro ambiente político, definirse como “patriota” sirve para poco y no ayuda a adquirir un perfil propio. Somos una parte del “movimiento patriótico”, corriente anidada en la sociedad que se muestra a favor de la unidad del Estado y de la consideración de España como única nación, una parte entre otras muchas que, en sí misma, no sirve para caracterizarnos. Para tener un “perfil propio” debemos ser algo más. De hecho somos mucho más que eso.

¿Qué más exactamente?

En la sociedad existe un amplio movimiento de protesta generado al calor de la oleada migratoria y de la oleada globalizadora. Se trata de una corriente de opinión que ha identificado uno de los principales problemas de nuestra sociedad: la inmigración masiva y la mundialización. Es lo que empezamos a llamar en El Caracol “movimiento antiinmigración”. Comprender esto es fundamental: el equipo que realiza El Caracol es consciente de formar parte de ese movimiento antiinmigración latente en amplios sectores de la sociedad. Un “movimiento” no es una “organización” estable y estructurada, sino una corriente de opinión, por tanto, un caladero de votos.

¿Qué podemos hacer en relación a este movimiento antiinmigración?

Muy sencillo: transformar su enorme potencial de protesta en fuerza política. Se trata de cristalizar a los elementos más conscientes y activos del movimiento anti-inmigración en una vanguardia organizada que constituya su punta del lanza: el partido.

¿Y dónde queda el “patriotismo”?

En donde tiene que estar: en algo que debería ser común a todos los españoles… pero que no basta, por sí mismo, para calificar y ubicar a un movimiento político. Nosotros podemos aportar algo al patriotismo: la noción de identidad. De la misma forma que existe un patriotismo liberal, un patriotismo conservador, un patriotismo jacobino, un patriotismo de izquierdas, también existe un patriotismo identitario. En otras palabras: la protesta contra la inmigración masiva, no puede realizarse en nombre de la hostilidad visceral hacia las legiones de desheredados que están llegando en sucesivas oleadas, eso sería racismo y xenofobia, sino en tanto que amenazan y desfiguran nuestra identidad. Y hay que repetirlo una y mil veces: no solamente no somos racistas, ni xenófobos, sino que condenamos sin reservas cualquier forma de racismo y xenofobia.

¿Por qué es necesario plantear las cosas en función de la identidad?

Hay buenas razones. La primera es que, como ya he dicho, a la vista de tantas formas de patriotismo, decir “soy patriota” es decir muy poca cosa: defina usted la identidad de su patriotismo y yo le diré si coincidimos o no; la idea de “identidad” implica la necesidad de establecer definiciones claras. Hoy más que nunca, la crisis del patriotismo español es una crisis de identidad. Desde la generación del 98 no se ha redefinido ese patriotismo y hace falta una actualización urgente. En segundo lugar, la oleada migratoria que en veinte años supondrá un tercio de nuestra población, viene con unos rasgos identitarios muy bien definidos a los que no están dispuestos a renunciar: la identidad andina, la identidad islámica, la negritud y su mística, están ahí… y frente a ellas solamente existe una identidad española y europea en crisis total. O redefinimos nuestra identidad frente a lo que se nos viene encima o seremos arrastrados por identidades foráneas. Rechazamos la actitud “progresista” cuya teorización no va más allá de una vaga defensa de un “mestizaje” y de la “fusión”, valores en los que sólo ellos creen, pero que no tiene ningún eco entre las legiones de inmigrantes que siguen rechazando la asimilación y la integración y aferrándose a sus identidades de origen.

LA NECESARIA REFLEXIÓN SOBE EL PATRIOTISMO ESPAÑOL

¿Y la reflexión identitaria a qué nos lleva?

En El Caracol rompimos con el patriotismo decimonónico y noventayochesco que siguen defendiendo grupos como AES y las distintas formaciones falangistas. Ese patriotismo está tan muerto como quienes lo inspiraron. En 130 años, la sociedad y el mundo han cambiado extraordinariamente… pero no así el “patriotismo español” que es percibido por algunos como una forma de jacobinismo. Los hechos nuevos son:

1) Que tras la II Guerra Mundial el mundo de empequeñece y se inicia la política de bloques. Cuando en 1989 cae el Muro de Berlín y luego se firman los protocolos de Maastrich, aparece una fuerza continental, la UE que no es sino una nueva dimensión política.

2) Que a partir de 1977 la formación del Estado de las Autonomías abre una situación nueva: el Estado pasa a organizarse en 17 autonomías. Este modelo de Estado, en si mismo, ni es bueno ni es malo, simplemente era un ensayo que, finalmente, ha entrado en crisis.

¿A dónde quieres ir a parar con este análisis?

A una conclusión difícilmente refutable: una nación en el siglo XXI no puede sobrevivir sin integrarse en un bloque mayor. En nuestro caso en Europa. Además, lo esencial de nuestra identidad es europea: deriva del mundo clásico y de la catolicidad. La segunda conclusión es que España ha pasado por 40 años de jacobinismo durante el período franquista, al que ha seguido un proceso de centrifugación nacional. En la historia de España el centralismo y la centrifugación se han ido alternando, pero ha habido un modelo nacional que ha mantenido el equilibrio desde el siglo XI al XIX y que podemos llamar “foralista”. El cimiento del foralismo era la lealtad de las partes respecto al todo y, a cambio, “el todo” otorgaba “fueros”, esto es derechos y libertades específicas. Lealtad a cambio de amplia autonomía, tal es la fórmula foralista. En otras palabras: una redefinición identitaria debe contemplar tres elementos: la dimensión nacional histórica –España-, la dimensión nacional adaptada a las necesidades del siglo XXI –Europa- y la dimensión foral, necesaria para rectificar el fracasado e inestable “Estado de las Autonomías” que tiende a una federación inestable previa al descoyuntamiento total del Estado. Pues bien, estos tres elementos definen tres niveles de identidad: la nacional, la europea y la regional. Con estos anclajes identitarios es posible responder al desafío que supone la llegada a Europa de 20 millones de inmigrantes dotados de identidades irreductibles a la nuestra.

Así pues ¿rechazas el patriotismo español?

No, claro que no, sólo digo es:

1) que el patriotismo no basta para dar el perfil propio necesario para realizar una lucha política, y

2) que hay que redefinirlo.

Por ejemplo, cuando se repite: “una nación es una unidad de destino en lo universal”, la definición vale para cualquier nación, no sólo para España. Además, es una definición vaga que solamente puede aceptarse en nuestro caso si se está en condiciones de definir cuál es el destino universal de España en este momento histórico. El patriotismo español convencional no da ninguna respuesta, o bien las respuestas no son aceptables. Hasta ahora, el patriotismo clásico decía: “la misión universal de España es la defensa de la catolicidad” o aquello otro de “la misión universal de España es la defensa de la Hispanidad”. Estas respuestas, hoy ya no son ni viables, ni, por tanto, aceptable, ni se insertan dentro de las realidades objetivas de este momento. Por lo demás, el patriotismo inglés y el patriotismo francés hablaban en términos exactamente iguales (la Commonwelt, la Francité, Francia e Inglaterra como lugares “elegidos” por personajes bíblicos y autotitulados claves de bóveda de la catolicidad, etc. Hoy, la triste realidad es que la Iglesia Católica vive una crisis cuyos elementos más visibles son la falta de vocaciones, la pérdida de influencia en Europa y el caos litúrgico en que se encuentra desde el Vaticano II. En este contexto, el papel de la Iglesia en el futuro de España es muy reducido. Y, por tanto, si el patriotismo español ya no puede ser identificable con la catolicidad ¿cómo hay que redefinirlo? Desde El Caracol hemos respondido recurriendo a la noción de identidad y a sus tres niveles (regional, español y europeo).

Resulta difícil entender qué pinta la inmigración en todo esto

Sin embargo es bastante simple: la inmigración es un problema real que afecta sobre todo a las clases trabajadoras. Una parte sustancial de las clases trabajadoras y de la juventud constituyen lo esencial del movimiento anti-inmigración. Este movimiento, cristalizado en una vanguardia organizada, precisará para poder llevar a cabo su lucha política, unos parámetros ideológicos: deberá definir la propia identidad frente a las identidades andinas e islámicas. En buena medida, defender una identidad constituye definir una nación y su misión histórica. La llegada masiva de inmigrantes, además de ser una catástrofe social, política y cultural, nos ofrece una posibilidad positiva: tomar conciencia de nuestra identidad, al tener necesariamente que compararse con las identidades alógenas. Y, a partir de ahí, redefinir de forma realista, actualizada y objetiva, el patriotismo identitario.

Nosotros, desde El Caracol, lo que hemos hecho ha sido apuntar unas pinceladas a este proceso. El movimiento anti-inmigración no es, en principio un movimiento identitario, es simplemente un movimiento de protesta y rechazo contra una invasión de hecho. La habilidad de la vanguardia organizada del movimiento antiinmigración –el partido político- debe consistir en dar un contenido a esa protesta y transformar el movimiento antiinmigración en movimiento identitario de reconstrucción nacional.

Esto ya está más claro... Pero creo que deberías definir un poco más la naturaleza del movimiento antiinmigración y describir sus límites.

No hay problema. Se trata de un movimiento cívico de protesta, especialmente, de las clases trabajadoras y de la juventud, es, ante todo, una corriente de opinión y un estado de conciencia en el que sectores importantes de la población han percibido los riesgos, los peligros y los callejones sin salida al que nos han llevado la irresponsabilidad de los partidos mayoritarios abriendo las puertas de par en par a legiones de inmigrantes. De este movimiento anti-inmigración forman parte algunos grupos políticos en fase de organización: en el Principat de Catalunya la PxC a la que auguramos los mejores resultados en las próximas elecciones municipales, en el Reino de Valencia España 2000, luego está Iniciativa Habitable presente en Alcalá y en Extremadura. Todas estas siglas deben tener conciencia de pertenencia al mismo sector político, por encima de sus diferencias tácticas actuales que, con el tiempo tenderán a atenuarse. Así mismo, deben tomar conciencia de que su soportes electorales y sociológicos proceden del movimiento antiinmigración latente en la sociedad.

PRESENTES Y AUSENTES EN EL MOVIMIENTO ANTI-INMIGRACIÓN

¿Por qué no citas a Democracia Nacional entre las componentes del movimiento anti-inmigración?

Hay varios motivos. DN no es, hoy, un “partido serio”. Lo fue desde su fundación hasta el V Congreso. A partir de ese momento y tras sucesivas expulsiones y dimisiones, lo que queda es un partido compuesto por unos pocos chicos jóvenes dirigidos por un par de resentidos y cuyo único frente real de actividad es internet. Hace casi tres años fui expulsado de DN, pero no tendría inconveniente en citar a este partido como miembro del movimiento anti-inmigración, si no fuera por el proceso de generativo que ha sufrido desde finales de 2003… Desde 2004, el grupo no ha sido capaz de elaborar ni un solo documento político. Tiene gracia que los documentos políticos que maneja Canduela todavía hoy, sean los que yo mismo redacté hace cuatro o cinco años… sin los retoques necesarios debidos al paso del tiempo. El cambio, en los Estatutos de DN del V Congreso convirtió al partido en un corralito propiedad de Manuel Canduela. Lejos de crecer, éste grupo ha visto como se desmoronaba delegación tras delegación y como, en términos reales, se ha ido convirtiendo en algo cada vez más residual. No creo que valga la pena perder mucho tiempo. Un par de obtusos políticos, con una pequeña base menguante y unas pocas camisetas y sudaderas vendidas cada mes, puede ser considerada como un grupito juvenil similar a otros (Acción Nacional y alguno más), pero nunca como algo sólido a considerar.

¿Y en lo que se refiere a La Falange?

Las cinco o seis falanges son indiscutiblemente parte del movimiento patriótico y, representan distintas corrientes que van de la extrema-derecha más peripatética a la izquierda más exótica. Algunas de estas corrientes, FA, concretamente, no sólo no forman parte del movimiento anti-inmigración –en el que nosotros nos ubicamos-, sino que más bien son parte activa del movimiento proinmigracionista, una opción legítima pero que nos separa irremediablemente de nosotros. En cuanto a otras, simplemente son anécdotas (el grupo de Andrino) más o menos sabrosonas a la hora de los chascarrillos, pero irrelevantes a la hora de valorarlas políticamente. Otras, como FE-JONS, son estructuras que han devenido poco operativas, aunque un día fueron algo y hoy son una cáscara sin mucho contenido y sin ninguna posibilidad de arranque. Y en cuanto a la MNF es un grupo, que como La Falange, su problema es tener el valor de dar el salto hacia otro sector político. En general, todo este sector tiene problemas de imagen, problemas de interpretación de su patrimonio ideológico, problemas de lealtad histórica y problemas de definición. O dan el cambio y se ubican en el movimiento anti-inmigración y adoptan tesis identitarias o se extinguen en una generación. La imagen les supone un lastre insuperable.

Sin embargo, desde El Caracol habéis defendido a La Falange de calle Castelló y habéis demostrado neutralidad en relación a la MNF

Naturalmente. Al primero lo consideramos como el grupo falangista menos anclado en el pasado y con más energía renovadora interior. Pero su imagen y su nombre siguen siendo poco operativos. Son ellos seguramente quienes tienen que hacer gala de una mayor voluntad y decisión. Y en cuanto a la segunda, lo consideramos un grupo en evolución dentro del cual contamos con buenos amigos

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