Desde la disolución del Frente Nacional en 1993, ningún partido había tomado el relevo de esta opción que se definía, esencialmente, como católica. Hasta la aparición de AES. En lo que se refiere a Fuerza Nueva y al Frente Nacional estaba claro que se trataba de opciones nacional-católicas, pero con AES, habría que precisar un poco más. Creemos que la calificación de católicos tradicionalistas les puede cuadrar. El fondo de la cuestión es: ¿hay espacio para un partido católico tradicionalista? Vamos a intentar responder a esta cuestión.
EL PESO DEL CATOLICISMO EN ESPAÑA Y SU PAPEL POLITICO
Se nos ocurren las siguiente reflexiones, difícilmente cuestionables:
- España es un país “relativamente” católico. En los últimos 10 años ha descendido alarmantemente el número de fieles que acuden a los oficios y de forma aún más alarmante el número de sacerdotes y la edad media del clero.
- En este momento, el número de católicos practicantes asciende al 22% de la población española, cuando hace 20 años era del 41%. El 68% de practicantes es mujer y el 32% hombres. El 44% de los practicantes es mayor de 65 años.
- En la actualidad existe un 30% de sacerdotes menos que hace 50 años, aunque la población ha aumentado un 25%.
- Los católicos tradicionalistas son una minoría dentro de los católicos practicantes. Probablemente no lleguen a un 10%, lo que supone que solamente el 2’2% de la población española puede asumir un mensaje católico tradicionalista.
- Si de lo que se trata es de obtener un apoyo electoral por parte de la población católica, el único sector que puede recoger un mensaje conservador y patriótico, se identifica con ese 2’2% de tradicionalistas.
- Los tradicionalistas católicos tienen respuestas políticas muy distintas: abstención, voto al PP, voto errático, voto a grupos católicos (Familia y Vida).
- Todo esto implica que el voto católico tradicionalista, como máximo puede suponer un 1-1’5% del cuerpo electoral con capacidad para aceptar una opción política católico tradicionalista que encarne sus valores.
Es evidente que autodefinirse como “partido católico tradicionalista” supone dirigirse aun espectro de población extremadamente reducido al cual, por lo demás, hay dificultades para localizar y seducir.
Estas cifras pueden ser cuestionables y discutibles, pero no variarán mucho. Puede ocurrir que la población católico tradicionalista esté concentrada en algunas zonas e incluso en algunos barrios, y los católicos tradicionalistas de estas zonas tengan la sensación de que son más de los que son en realidad. Pero las cifras cantan y no puede negarse que:
1) El catolicismo es minoritario entre la población española
2) La edad media de sus fieles y pastores es muy elevada
3) El catolicismo tradicionalista es minoritario respecto al catolicismo global
4) La respuesta política del catolicismo tradicionalista es multiforme
5) Por todo ello, definirse como católico tradicionalista es reducir el campo de aplicación del propio proyecto político.
Estas son malas noticias para los que quieren apoyarse en el catolicismo para crear una opción política conservadora. La buena noticia es que el 80% de los españoles se declara católico en las encuestas… la mala –además de todo lo anterior- es que una inmensa mayoría no sigue los dictados del Vaticano, apenas conoce el dogma y no frecuenta la Iglesia.
En 1955, el número de católicos españoles era del 98%. Ha descendido casi 18 puntos. Entre jóvenes menos de 25 años las cifras son deprimentes: solo el 45% se declaran católicos… pero apenas el 11% pisa la Iglesia al menos una vez al año. En la totalidad de la población, el 40% son indiferentes religiosos. Los seminario están semidesiertos. En 2003 ingresaron solamente en los seminarios mayores 281 nuevos alumnos, dando un total de 1524 aspirantes al sacerdocio. Pero menos del 50% acabarán sus estudios o serán sacerdotes en los 10 años siguientes.
Contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, la mayor crisis del catolicismo español no tuvo lugar durante el felipismo, sino en los años del PP. Si en la actualidad, las cifras parecen algo más optimistas… se debe a la entrada masiva de inmigrantes iberoamericanos, filipinos y africanos católicos.
La situación es, pues, muy poco halagüeña. Si a esto añadimos el cerco al que el gobierno ZP tiene sometido a la Iglesia Católica, somos muy poco optimistas respecto al futuro del catolicismo español.
¿CUÁL ES EL PAPEL DE LOS CATÓLICOS EN LA ACCION POLITICA, AQUÍ Y AHORA?
Las reivindicaciones de los católicos tradicionalistas son fácilmente asumibles, aunque quizás no por los mismos motivos que ellos. Por ejemplo:
1.- defensa de la familia, contra los matrimonios gays
2.- contra la ley del aborto
3.- a favor de la enseñanza privada
4.- por un trato preferencial a la Iglesia Católica
Para los católicos estas reivindicaciones se sustentan en sus creencias, pero estas mismas reivindicaciones pueden ser sostenidas por no-católicos: la defensa de la familia, la oposición a los matrimonios gays y a la ley del aborto, son sostenibles desde el punto de vista demográfico. España vive una crisis demográfica y no hace falta ser católico tradicionalista para advertir que estos elementos están íntimamente relacionados con la recuperación demográfica de nuestro país, hoy más necesaria que nunca.
En cuando a la defensa de la enseñanza privada católica, hay que entenderla como un reconocimiento a la libertad de enseñanza. Y, el último punto, supone un reconocimiento al papel jugado por la Iglesia en la historia de España.
Así pues no existen contradicciones entre las reivindicaciones propiamente católicas y las que puede sostener una opción más amplia. Todo lo que tiene que ver con la recuperación demográfica se inserta dentro de los argumentos propios de un partido antiinmigración y el resto de las reivindicaciones son lógicas, naturales y legítimas.
Es preciso tener en cuenta todo esto a la hora de enunciar algunas posibles fórmulas política para los católicos tradicionalistas:
- El catolicismo tradicionalista no tiene fuerza suficiente como para poder estructurar en torno suyo un partido que logre atraer un número significativo de votos.
- Esto implica que los católicos tradicionalistas tienen que encontrar compañeros de viaje, tal como han hecho en otros países europeos.
La cuestión es definir cuáles pueden ser los compañeros de viaje de los católicos tradicionalistas. Y las opciones son pocas:
1) Junto al centro-derecha… pero esto a costa de olvidar que la posición del PP ha sido extremadamente tibia en materia de aborto, una parte del partido es favorable a los matrimonios gays y durante sus 8 años de gobierno, no hicieron absolutamente nada para estimular la natalidad en nuestro país.
2) Junto a los identitarios… a condición de reconocer que la fe católica de una parte de los inmigrantes andinos (no está claro que la mayor parte sean católicos, de hecho, las sectas evangélicas y los testigos de Jehová han aumentado su audiencia extraordinariamente, gracias a esta población) no les hace ser menos inmigrantes.
Excluyendo a la primera opción.. que se ha demostrado poco halagüeña para el catolicismo español, siempre queda la segunda: configurarse como corriente dentro de un frente más amplio.
Otra fórmula, nos parece absolutamente inviable dentro de la actual situación político-social española.
Reconocemos que es difícil para los católicos tradicionalistas advertir que hoy son minoría en un país cuya historia ellos interpretan como la de un país católico. Pero la historia es lo que es y avanza aceleradamente. Si bien no era cierto durante la II República que España hubiera dejado de ser católica… lo cierto es que hoy, difícilmente puede sostenerse que el catolicismo es una fuerza hegemónica en nuestro país.
LA ENCRUCIJADA DEL CATOLICISMO TRADICIONALISTA ESPAÑOL
Los católicos pueden optar por reconocer esta situación o cometer “pecado de orgullo” y creer que la clave del futuro la tienen ellos. No es así. Creemos haber razonado de manera irreprochable que si el catolicismo no acepta trabajar junto a fuerzas políticas identitarias… corre el riesgo de quedar reducido a una opción completamente irrelevante y extremadamente minoritaria.
La providencial relación entre inmigración y demografía, ha hecho que las reivindicaciones básicas de los católicos sean susceptibles de quedar integradas en el programa de un partido identitario: especialmente el apoyo a las familias, la lucha contra el aborto y el rechazo a las uniones gay.
Pero una opción de este tipo ¿no es la que ha fracasado en Catalunya bajo la etiqueta AES-DN? Si… pero hay explicaciones:
- DN es actualmente un partido demasiado debilitado como para poder pesar ni siquiera mínimamente en ninguna autonomía.
- DN no ha explicado que la mayoría de su afiliación no es católica, sino que en su interior existe una gran diversidd religiosa, incluido el paganismo y el indiferentismo. Canduela ha querido presentarse como católico… cuando su fe religiosa –si existe- es cuestionable.
- Las dos partes no han llegado a un entendimiento real, sino más bien a una alianza circunstancial. Ni han tenido diálogo político, ni han basado su cooperación en nada sólido, meditado, ni coherente, ni mucho menos en consideraciones estratégicas o en algún tipo de planificación.
- De la misma forma que DN no es hoy una parte esencial, sino extremadamente minoritaria y secundario, del movimiento identitario, AES tampoco ha logrado un nivel de penetración importante en los medios católicos tradicionalistas, sino apenas en sectores extremadamente reducidos.
Si AES quiere penetrar en los medios católicos, debe centrar su actividad política en la captación y en las tareas de propaganda en las parroquías y en los medios católicos organizados. Es absurdo hacer campañas de propaganda en la calle, cuando el campo de aplicación de los formatos de AES es una interpretación del catolicismo adaptada especialmente para católicos que mantengan una alta tensión religioso… es decir, por católicos practicantes.
Ahora bien, los católicos deben decidir si están más cerca de un indiferentista religioso español o de un católico andino, si prefieren “repoblar” los ambientes católicos españoles con inmigrantes o bien desean el fortalecimiento de la sociedad española y el reforzamiento de su identidad.