En la web del Instituto El Cano se publicó con fecha 21 de marzo de 2006, un artículo titulado “¿Un partido xenófobo en España?” que en su momento se nos pasó desapercibido y que, casualmente, en los barridos periódicos de información que realizamos en la Web hemos conocido nueve meses después de su publicación. Lo sorprendente es que el artículo coincide con el análisis que hemos hecho en otras ocasiones desde las columnas de El Caracol.
Si volvemos a traer a colación este tema, es por el fraternal encuentro que tuvimos con algunos queridos camaradas madrileños llegados a Valencia el pasado 27 de diciembre. En aquel momento lo que se nos planteó fue la posibilidad de creación de una nueva organización política convencional basada en puntos parecidos a los que en su momento dieron vida al Frente Español.
Por nuestra parte, la respuesta fue:
1) Tenemos a nuestra disposición un solo tema en exclusiva, la lucha contra la inmigración masiva y en defensa de nuestra identidad.
2) Este tema, por sí mismo tiene fuerza de atracción para un público que hasta ahora no se había interesado en nuestra temática.
3) Esos nuevos grupos sociales no tienen nada que ver con lo que hasta ahora ha sido la clientela tradicional de la extrema-derecha.
4) Mientras el tema de la inmigración se “contamine” con otros temas característicos de la extrema-derecha, quedará inhabilitado como idea-fuerza.
5) A partir del tema de la lucha contra la inmigración masiva y en defensa de nuestra identidad se puede desarrollar un discurso político amplio, con una forma asumible para los grupos sociales perjudicados por este fenómeno y que no remita a los lugares comunes de la extrema-derecha clásica.
6) Si en España en el año 2007, la lucha contra la inmigración queda “contaminada” por otros temas propios del imaginario de la extrema-derecha, ni avanzará la extrema-derecha, ni se producirá una cristalizacion política del movimiento anti-inmigración.
Por todo ello, desaconsejabamos la formación de un “frente” de organizaciones de extrema-derecha, al considerar que su techo político era muy bajo. Lamentamos la decepción que pudimos causar a nuestros camaradas llegados de Madrid, pero el análisis estaba ya hecho y nuestra obligación es denunciar las vías muertas y evitar aventuras que conducen a callejones sin salida.
Desde esa reunión, hemos intentado revisar ideas y volver a valorar la propuesta de los camaradas madrileños. Y esta ha sido nuestra tarea en estos quince días en los que no hemos publicados artículos en El Caracol. Lamentablemente, la reflexión que hemos abordado en estos días, nos confirma en lo ya expuesto. Y es en este contexto en el que hemos encontrado casualmente el artículo del Instituto El Cano (IEC) que coincide completamente con nuestro análisis. Cabe decir que el IEC reúne a uno de los mejores grupos multidisciplinarios de analistas que actúan con independencia del poder o de cualquier partido. Sus análisis son particularmente interesantes en el terreno geopolítico y en política internacional, pero también sobre la sociología del pueblo español y sobre el fenómeno de la inmigración, han publicado materiales imprescindibles. Concretamente, el IEC fue la primera institución “respetable” que alertó, en el ya lejano 2003 sobre las relaciones entre delincuencia, violencia doméstica e inmigración. Por eso, nos honra el coincidir en este tema con el IEC.
Reproducimos a continuación el artículo en cuestión, eliminando algún párrafo irrelevante y sin atribuir valor a algunos de los errores que muestra sobre porcentajes electorales del movimiento anti-inmigración en Europa:
¿UN PARTIDO XENÓFOBO EN ESPAÑA? (ARI)
ARI Nº 36/2006 -- Análisis Carmen González Enríquez ( 21/3/2006 )
Tema: A pesar de las tensiones actuales, y a diferencia de otros países europeos, es poco probable que aparezca y tenga éxito en España un partido que haga de la xenofobia, el racismo o la restricción de la inmigración su principal mensaje.
Resumen: España ha alcanzado en pocos años un porcentaje de población extranjera, el 9%, semejante al de muchos países europeos de inmigración ya antigua en los que han surgido partidos xenófobos. La concentración de la población inmigrante en ciertos barrios y la delincuencia protagonizada por algunos extranjeros, provocan tensiones sociales que pequeños grupos de extrema derecha intentan canalizar. Sin embargo, la debilidad del nacionalismo españolista y el rechazo a las señas franquistas que estos partidos exhiben, hacen muy improbable que tengan un éxito electoral relevante.
Análisis: En la mayoría de los países europeos con porcentajes altos de inmigración han aparecido corrientes de opinión pública xenófoba que han alimentado la formación de partidos políticos con un mensaje anti-inmigratorio. Estos partidos han tenido éxitos desiguales. En algunos casos se han convertido en fuerzas políticas importantes y estables, como el Frente Nacional francés, en otros han logrado éxitos momentáneos, como la Lista Pym Fortuyn de Holanda, y en otros se han quedado a medio camino entre la marginalidad y la presencia institucional, sin obtener peso parlamentario, como el Partido Nacional del Reino Unido. La aparición y el éxito o fracaso de estos partidos depende de un gran número de factores y muchos de ellos son imponderables. Una alta presencia de población inmigrante, un nacionalismo fuerte entre la población autóctona, desempleo entre los autóctonos, dificultades del Estado de Bienestar para atender a los inmigrantes sin disminuir la calidad o cantidad de sus servicios, aumentos de la delincuencia achacables a los inmigrantes… todos ellos son elementos que favorecen la aparición de los partidos xenófobos.
Otros condicionantes de importancia son puramente políticos e institucionales: un partido xenófobo no aparecerá o no tendrá éxito si alguno de los principales partidos asume ya un discurso xenófobo y propuestas a favor de reducir o dificultar la inmigración. Las normas electorales tienen también una influencia notable: los sistemas más proporcionales facilitan la llegada al Parlamento de los nuevos partidos, habitualmente pequeños en su origen, mientras que los sistemas mayoritarios, como el británico, lo dificultan.
Por otra parte, dada la complejidad y la variedad de aspectos a los que debe dar respuesta un partido político para obtener apoyo electoral, los partidos monotemáticos como los que se definen básicamente como xenófobos, están condenados a tener sólo éxitos momentáneos, como ocurrió con la Lista Pym Fortuyn o el Partido Liberal austriaco dirigido por Jörg Haider, o a permanecer siempre en minoría en la vida política, como el Frente Nacional francés encabezado por Jean Marie Le Pen. Pero su efecto político va más allá de sus resultados electorales: la aparición de estos grupos tiene un efecto sobre los partidos tradicionales mayoritarios que pueden verse tentados a recoger algunas de sus reivindicaciones por temor a perder posibles votantes en su favor, especialmente si son capaces de movilizar a sus seguidores y ganarse una presencia en la calle y en los medios de comunicación.
Tabla 1. Porcentaje de voto obtenido por partidos anti-inmigración en elecciones parlamentarias: resultados más altos de su historia electoral
Lista Pym Fortuyn (Holanda) | 17% (2002) |
Partido Liberal Austríaco | 27% (1999) |
Bloque Flamenco Belga | 12% (24% en Flandes) (2003) |
Partido Popular Danés | 13% (2005) |
Partido del Progreso Noruego | 15% (2001) |
Frente Nacional Francés | 11% (2002) (20% en la 2ª vuelta de las elecc. presidenciales del 2002) |
Partido Nacional Británico | 4% (2005)* |
(*) 4% sobre el voto en las áreas donde presentaban candidatos, 0,7% sobre el voto total.
Fuente: elaboración propia.
En España no existe por ahora ningún partido de ámbito nacional de este tipo con posibilidades electorales y hay muchas razones para confiar en que un partido así no vaya a aparecer próximamente. En primer lugar, las encuestas muestran que España sigue siendo uno de los países menos xenófobos de Europa e incluso del mundo, aunque esa diferencia era mayor hace unos años, cuando la inmigración en España era mucho más reducida. En segundo lugar, el discurso xenófobo suele ir asociado al pensamiento nacionalista y éste se encuentra en España muy devaluado por la experiencia franquista, de tal forma que un partido que enarbolase retóricamente la defensa de la nación española para argumentar contra la “invasión” foránea tendría muy poco eco. La situación es diferente en el caso de los nacionalismos propios de Comunidades Autónomas, como el catalanismo. Cataluña es la única región en España en la que se han producido declaraciones públicas de líderes políticos de mucho peso definiendo la inmigración actual como una amenaza a la identidad nacional. Esta es la única Comunidad Autónoma española que combina un fuerte nacionalismo propio con una alta presencia de inmigrantes, ya que ni el País Vasco ni Galicia tienen una inmigración alta, y muchos de los inmigrantes que recibe Galicia son gallegos de origen, retornados de América Latina. En el conjunto de España, las encuestas y los estudios cualitativos de opinión muestran que no existe un temor de la población a que su forma de vida o su “cultura” sea modificada por la presencia de individuos de otras procedencias. En tercer lugar, el sistema electoral español penaliza a los partidos pequeños, por lo que a cualquier partido nuevo le resulta difícil conseguir presencia en las instituciones estatales. Todo esto permite mantener el optimismo respecto a las escasas posibilidades, hoy por hoy, de que un partido xenófobo consiga llegar al Parlamento en España y convertirse así en una fuerza política relevante.
Sin embargo, sí hay razones para la preocupación en el nivel local. Para entender esto hay que partir de la constatación de que la inmigración no se distribuye de forma homogénea en el territorio: La mayor parte del territorio nacional español tiene índices de inmigración muy bajos, mientras que los inmigrantes se concentran en Madrid, las provincias de la costa Mediterránea, Baleares y Canarias. Incluso dentro de esas áreas, los inmigrantes se concentran en ciertos municipios, y dentro de las ciudades, en ciertos barrios, hasta llegar a representar en algunos casos más de un tercio de la población total, o más de la mitad si nos referimos sólo a la población en edades jóvenes. Es decir, la inmigración en España es, por ahora, un fenómeno muy concentrado. Esta no es una característica peculiar del caso español, ya que todos los países de inmigración tienen distribuciones muy desiguales en sus territorios, pero el hecho de que en España la inmigración sea tan reciente fortalece esa concentración, porque la mayor parte de los inmigrantes tienden a residir en los primeros momentos en zonas donde se encuentran ya otros connacionales.
En esas áreas donde los inmigrantes se concentran se producen tensiones importantes en la convivencia entre éstos y los autóctonos, fruto de las condiciones de hacinamiento, de los diferentes hábitos en el uso de la vivienda, de las zonas comunes de los bloques y de los espacios públicos, o bien fruto de algunas costumbres que crean a veces molestias a los vecinos, como la de escuchar música a un volumen alto, o la de consumir alcohol en elevadas dosis durante los fines de semana. En algunas zonas, especialmente en los centros de las ciudades –como Lavapiés en Madrid, El Raval en Barcelona, o algunas áreas de Alicante– los autóctonos achacan además a los extranjeros un alza importante en los niveles de delincuencia. A esto hay que añadir la aparición de una competencia entre inmigrantes y autóctonos por el acceso a servicios públicos que se facilitan a partir de baremos que priman a las familias de menor renta, como las guarderías públicas, una competencia en la que los inmigrantes ganan a menudo. Otros servicios públicos de acceso universal, como la sanidad, han visto deteriorado su nivel de prestación por la alta presencia de población nueva que no ha venido acompañada del aumento correspondiente en los recursos de los centros de salud y hospitales.
Todo esto crea en las áreas de alta concentración de inmigrantes un clima social de descontento y rechazo a la convivencia en las condiciones en que se produce en la actualidad, que puede convertirse fácilmente en caldo de cultivo para un mensaje xenófobo. En algunos casos, ese mensaje ha sido lanzado por grupos de ultraderechistas que ya existían previamente, vagamente identificados con el pasado franquista o con una idealizada Falange, o por adolescentes de estética skinhead que han pasado a incluir a los inmigrantes entre sus grupos objeto de violencia. En conjunto, estos partidos pueden resultar peligrosos por su tendencia al uso de la violencia, pero su capacidad de atracción social es mínima porque su mensaje xenófobo está envuelto o acompañado por muchas otras connotaciones que la población autóctona rechaza masivamente (véase el reportaje de José Luis Barbería en El País, 22/III/2005).
Hasta el momento, el único éxito electoral relevante de un partido xenófobo ha sido el de la Plataforma per Catalunya, liderada por Josep Anglada, relacionado en el pasado con Blas Piñar, que ha conseguido representación en varios Ayuntamientos. En las últimas elecciones municipales, celebradas en el año 2003, consiguió concejalías en El Vendrell, Cervera, Vic, Manlleu y Premiá del Mar, aunque en ninguno de ellos llegó al 10% de los votos.
En cualquier caso, hay que resaltar que la aparición de grupos de este tipo está siendo la excepción y no la regla. En la mayoría de los municipios donde existen altas tasas de inmigración, los conflictos de convivencia que aparecen carecen de una expresión política propia. La baja tasa de asociacionismo y de participación política entre los españoles es una de las razones de que con gran frecuencia estos problemas no alcancen a tener expresión pública.
A este malestar localizado hay que añadir los claros indicios de una evolución negativa de la opinión pública española, tomada en conjunto, respecto a la inmigración. Algunos datos reveladores a este respecto se encuentran en los Barómetros sobre inmigración del CIS de los últimos años, que muestran un continuo crecimiento del porcentaje de los que creen que el número de inmigrantes en España ya es excesivo, hasta llegar al 60% en 2005, y de la mención a la inmigración como uno de los principales problemas del país, situada en el Barómetro del 2005 en segundo lugar tras el paro. A esto hay que añadir que más de la mitad de los entrevistados (58%) mostraban su acuerdo en el año 2003 con la frase “Hoy en día en España existe una relación entre inseguridad ciudadana e inmigración”, frente a un 26% en desacuerdo. El CIS no ha repetido ninguna pregunta semejante en posteriores Barómetros, pero es de suponer que el atentado del 11 de marzo de 2004 no ha mejorado esa percepción. Resulta también llamativo el aumento sustancial de los que opinan que los inmigrantes “quitan puestos de trabajo a los españoles” o la existencia en 2005 de un 47% que cree que la llegada de inmigrantes provoca una disminución de los salarios, frente al 41% que niega esa relación.
Tabla 2. Porcentajes de acuerdo con la frase “Los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los españoles”
(%) | 2000 | 2004 |
De acuerdo | 37 | 48 |
En desacuerdo | 55 | 54 |
NS/NC | 8 | 6 |
Fuente: CIS, Estudios nº. 2283 y 2565 (la pregunta no se hizo en el año 2005).
Por su parte, la evaluación de las normas españolas sobre inmigración ha sufrido un cambio notable entre los años 2000 y 2004 a favor de los que querrían normas más restrictivas, y el Barómetro de opinión elaborado por el Real Instituto Elcano en noviembre de 2005 señala el pesimismo general sobre la evolución del control de la inmigración ilegal en España.
Tabla 3. ¿Cree que las leyes que regulan la entrada y permanencia de extranjeros en España son…?
(%) | 2000 | 2004 |
Demasiado tolerantes | 12 | 24 |
Más bien tolerantes | 24 | 32 |
Correctas | 16 | 12 |
Más bien duras | 19 | 12 |
Demasiado duras | 4 | 2 |
No conoce las normas | 12 | 8 |
NS/NC | 13 | 10 |
Fuente: CIS, Estudios nº 2283 y 2565 (la pregunta no se hizo en el año 2005).
Conclusión: Es muy poco probable que en un futuro previsible tengan éxito electoral en España partidos cuya principal oferta electoral sea xenófoba, racista o anti-inmigratoria. Los grupos que lo intentan ofrecen demasiadas reminiscencias del pasado franquista, masivamente rechazado. Aunque el mensaje de estos grupos, tal y como se han desarrollado en otros países europeos, no está necesariamente ligado a ideologías de extrema derecha, y a menudo recibe el apoyo de antiguos votantes de izquierdas –es el caso del Frente Nacional en Francia–, apela siempre al nacionalismo, que en España es débil por su manipulación en el franquismo y por la competencia de los nacionalismos periféricos.
Sin embargo, el descontento entre los autóctonos en los barrios de alta concentración de inmigrantes, el aumento de la delincuencia relacionada con bandas o individuos extranjeros, el deterioro de la opinión pública general sobre la inmigración y la existencia de grupos políticos que intentan capitalizar ese malestar en el nivel local, pueden motivar un desplazamiento hacia posiciones más restrictivas hacia la inmigración por parte de los principales partidos. Esa deriva es especialmente probable si se termina el ciclo actual, ya largo, de crecimiento económico, que ha permitido hasta ahora absorber laboralmente la inmigración recibida.
Carmen González Enríquez
Departamento de Ciencia Política, UNED
REPITAMOS EL ANÁLISIS DE FONDO
Hasta aquí el artículo del IEC que no necesariamente compartimos en su totalidad. Vale la pena tenerlo en cuenta, por que quienes sostienen que “patriotismo” y “anti-inmigración” son inseparables y su combinación debe producir una revitalización de nuestro ambiente, deben de preocuparse sobre todo de REBATIR RAZONADAMENTE LAS TESIS QUE REPETIMOS A CONTINUACIÓN. A partir de ahí, podemos establecer un debate “científico” (o riguroso, si se quiere). Pero eludir lo que, por un lado dice el IEC y por otro dice El Caracol, implica caer en el idealismo y confundir deseos con realidades.
Resumimos nuestra tesis. Teniendo en cuenta:
1) Que mientras todos los “partidos patrióticos” están perdidos en temas que no pueden explotar en exclusiva (el “patriotismo” que nuestro ambiente no posee en exclusiva, el “antiseparatismo” en el que coincidimos con otras fuerzas tanto de derecha como de izquierda, el “antiterrorismo” con el que ocurre aún menos o la “justicia social” que es excesivamente ambiguo), SOLAMENTE LA INMIGRACIÓN puede ser considerado como un TEMA EXCLUSIVO y con fuerza real de atracción.
2) Los destinatarios de las políticas anti-inmigración no son los grupos sociales “de derechas”… sino los que sociológicamente pertenecen a los grupos “de izquierdas”. Esto implica que el tema antiinmigración es difícil de armonizar con otros ideales habituales de la extrema-derecha. Si en Francia ha sido posible se ha debido a:
- a 218 años de jacobinismo que han modelado una sociedad completamente diferente a la española.
- a que el FN se fundó en 1973 y demarró diez años después, como partido convencional, cuando aún existía la guerra fría y el comunismo era una fuerza política real.
Estas circunstancias –y otras que sería prolijo explicar- impiden que el modelo francés sea trasladable a España. Así pues, el MODELO FRANCÉS no es transplantable a España.
3) Si en España no existe una opción anti-inmigración fuerte, se debe a que siempre se ha identificado con los valores de la extrema-derecha y solamente ha podido tener cierta fuerza en Catalunya… gracias a la desvinculación que la PxC ha realizado de la extrema-derecha clásica. Harina de otro costal es si esa opción ha acertado completamente, o bien mantiene ciertos flecos problemáticos. Pero el principio a tener en cuenta es:
- no hay espacio político real para una opción de extrema-derecha clásica.
- una opción de extrema-derecha clásica maquillada por el anti-inmigracionismo no es asumible por los grupos sociales más afectados por la inmigración.
- mientras siga existiendo la mezcla extrema-derecha/inmigración, el impacto de esta opción será muy, muy limitada.
4) El debate consiste en:
a.- o bien se parte del tema de la inmigración y se articula un discurso sencillo, pero contundente en torno a este tema y la opción se configura como “el voto más seguro contra la inmigración”,
b.- o bien se parte del “socialpatriotismo” para colocar bajo este rótulo el tema de la inmigración.
Descartamos la opción “b”. Motivos:
1) Mezcla temas que interesan muy desigualmente a la gente y especialmente a grupos sociales imposibles de conciliar
2) Se identifica demasiado con la extrema-derecha clásica.
3) Crea problemas de definición muy complejos y no fácilmente solubles.
4) Con esta opción no hay forma de distanciarse y destacarse de la “CYA” (Canduela, Ynestrillas, Andrino) o de grupúsculos conflictivos (AN, NR, Diego).
La opción “a”, sin embargo, ¿presenta ventajas?:
1) es sencilla: “No a la inmigración masiva” y se puede traducir muy fácilmente en consignas de agitación y propaganda
2) se puede concretar en 50 puntos fácilmente asumibles por la sociedad.
3) los grandes partidos no pueden oponerse frontalmente a estos grupos porque los grupos económicos que los mantienen se benefician del proceso de la inmigración y de la globalización.
4) el resto de “socialpatriotas” seguirán con sus historias confusas y vinculadas a la extrema-derecha, seguirán en su aislamiento.
5) permite articular un discurso político muy completo y de cierta envergadura.
6) permite, por sí mismo, un arranque drástico y rápido, contrariamente a los complejos temas habituales al “socialpatriotismo”, difíciles de explicar, llenos de flecos, de matices, de dobles, triples o cuádruples interpetaciones.
7) es un planteamiento presente en la sociedad: “nos han invadido”.
8) finalmente, es un tema que permite irrumpir en las instituciones.
Cuando se argumenta entre dos opciones se trata de presentar los pros y los contras de ambas.
La opción “a” tiene a su favor el que está más cerca de nuestra práctica política tradicional… pero esa práctica política nos ha reducido a un cero absoluto.
La opción “a” tiene a su favor que permite componer un programa político completo… pero ese programa es demasiado complejo, tendrá siempre huecos, se compondrá de temas que resten fuerza al de la inmigración y, finalmente, atenuará su impacto y reconducirá cualquier cosa que se haga a la extrema-derecha clásica.
La opción “a” tiene a su favor el que permite decir “nosotros somos los más socialpatriotas, los más antiterroristas, los más antiseparatistas, etc.”… pero quienes se interesan por estos temas votan al PP, y lo seguirán haciendo por siempre jamás.
La opción “a” tiene a su favor el que contar con una base mínima de votos, habitual en todas las formaciones de extrema-derecha, 25.000 votos a repartir entre varios… pero esto no es tener “peso político”, sino ser una mota de polvo, una nada absoluta.
Así pues, no terminamos de entender esa obsesión en asumir temas complicados, mal definidos, que CONTAMINEN el tema de la inmigración.
5) No hay que olvidar LAS TENDENCIAS ELECTORALES DE LA POBLACIÓN:
a) El electorado desconfía cada vez más de los partidos políticos.
b) Crece la abstención, crece el voto nulo y crece el voto en blanco.
c) Desde 1977 no hay “partidos convencionales” nuevos.
d) Las últimas elecciones catalanas y en varias convocatorias europeas, los únicos que avanzan son las “opciones monotemáticas” y los partidos-flash.
e) La sociedad europea y española de 2007 no es la francesa de 1983, ni la española de 1977. Hay que construir una opción sobre la base de la realidad de un momento histórico concreto, o la construcción no logrará arraigar nunca en los intereses de las masas.
Y, por todo ello, La situación de la sociedad española es diferente a la de otros países europeos, por tanto, no pueden aplicarse fórmulas estereotipadas fotocopiadas importadas, sino que va a ser preciso buscar una fórmula propia.
Nos gustaría saber, realmente, en qué argumentos sociológicos se apoyan otras propuestas organizativas.
6) Vivimos momentos en los que se alude con frecuencia a “movimientos sociales”, más que a “movimientos políticos”. Y esto implica:
a.- Que si un partido político quiere convertirse en opción real (y no limitarse a obtener unos cuentos miles de votos), debe apoyarse en “movimientos sociales” realmente existentes.
b.- Un “movimiento social” es una corriente de opinión compartida por un sector de la sociedad con voluntad de hacer valer sus reivindicciones.
c.- Existen muchas formas de movimientos sociales, ahora bien, el que nos interesa es aquel que considera a la inmigración como un riesgo y un peligro, que valora de forma globalmente negativa el fenómeno y quiere protegerse de él.
d.- A esta corriente le damos en llamar “movimiento anti-inmigración”.
Se trata de cristalizar este movimiento antiinmigración es una opción política capaz de llevar sus reivindicaciones a las instancias de poder.
Existen otros movimientos sociales que algunos podríamos considerar incluso como “propios”: el movimiento antiterrorista (formado por las asociaciones de víctimas, los foros de denuncia del terrorismo, las asociaciones “por la verdad” sobre el 11-M, etc.), el movimiento antiseparatista (en que hay todo tipo de fundaciones, asociaciones, blogs, incluso estamentos funcionariales), el movimiento en defensa de la lengua, y seguramente podríamos encontrar otros muchos. En Francia existe todo un tejido de este tipo de “redes” sociales que solamente aquí en España irrumpe desde hace 10 años. Buena parte de estos movimientos está capitalizado por el PP y, sin grandes posibilidades de salir de su órbita, al meno en nuestro actual estado de desarrollo. Ignorar esto es caer en el idealismo estéril.
Solamente podemos articular, vertebrar, controlar y orientar el “movimiento anti-inmigración” y mucho más en la medida en que:
a) Acabará el 2007 con 6.000.000-6.200.000 inmigrantes. El problema solo ha hecho que empezar: a partir del 2009, en el momento más bajo del próximo ciclo económico, no entrarán tantos inmigrantes… pero los que han entrado seguirán reproduciéndose, así que hacia el 2010-2012, con toda seguridad habremos llegado a 10 millones.
b) Los partidos democráticos viven del culto de lo políticamente correcto, ni el PP, ni el PSOE, ni los nacionalistas van a decir gran cosa de esencial sobre la inmigración. Es un tema –y a ver si nos damos cuenta de esto- EN EXCLUSIVA.
Tal es la tesis que planteamos. Es una tesis política, pero también estratégica. Y se resume así:
- o partido monotemático (y partido-flash)
- o partido (o frente) convencional.
O “partido antiinmigración e identitario” o “partido patriótico”. No hay una tercera vía, si lo que se quiere es “hacer política”.
Si lo que se quiere es gritar contra los sociatas, pedir que se fusile a los etarras, defender la unidad nacional y clamar contra el terrorismo… eso se puede realizar desde las filas del PP, o desde cualquier grupito activista, no importa. Pero si se mezclan estos temas con la lucha contra la inmigración, éste tema queda “contaminado” e inhabilitado. Y esto –como dijo El Caracol y como dice el IEC- hace que la extrema-derecha siga estando aislada e inhabilite el tema de la inmigración como elemento de movilización de masas.